¿Por qué preguntan tanto? Hay muchas respuestas a esta pregunta. Los niños de 3 años en adelante (hasta los 9 años) comienzan a conformar una visión del mundo a partir de la información que obtienen de las respuestas. A veces, simplemente se trata de un juego lingüístico o de palabras. Otros pequeños simplemente quieren llamar la atención o eliminar algo que les causa miedo. Isa Marrs, especialista certificada en las patologías del lenguaje de New York, asegura que muchos padres encontrarán algo de frustración en las preguntas, ya que los niños de 3 años tienden a repetirlas una y otra vez. Ella remarca que esto sucede porque los pequeños conocen la respuesta y la quieren escuchar nuevamente. Una práctica que les da seguridad. Para los psicólogos, estos continuos “¿por qué?” muestran un desarrollo adecuado. Manifiestan su curiosidad por el mundo que les rodea y que poco a poco están descubriendo. Todo les desconcierta, incluso desde antes de hablar muestran esta curiosidad llevándose los objetos a la boca, tocando todo lo que les rodea, etc. Otro de los motivos que les lleva a preguntar constantemente es el hecho de apropiarse de una nueva herramienta: el lenguaje. Para ellos es algo nuevo y quieren practicar con él: imitan la entonación, el ritmo de las frases, las nuevas palabras, etc. Por eso muchas veces lanzan un arsenal de preguntas de las que ni siquiera esperan contestación. Pero la razón más importante es ordenar su mundo. En su mente, todo tiene un origen y una finalidad, las cosas inanimadas funcionan como las personas y para ellos no existe la casualidad, todo tiene que tener un motivo. Se dirigen a sus padres porque necesitan un intermediario que les explique la nueva realidad que van conociendo. Y de la calidad y disponibilidad de esos guías dependerá en gran medida el modo en que el niño se relacione con el mundo durante toda su vida.
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