El gato oyó sus palabras y se sentó junto a sus pies.
¡Miau! –exclamó- No te preocupes sólo necesito que me hagas u par de botas y no te arrepentirás.
El chico muy sorprendido se puso a elaborar las botitas. Terminadas se las puso el gato e inmediatamente se dirigió al palacio para solicitar hablar con el rey.
Majestad- dijo- os traigo un conejo, mi señor el marqués de Carabás me mandó que os lo trajera.
A la mañana siguiente le llevó un par de perdigones y en esta ocasión el rey ordenó que le dieran dinero.
El muchacho asombrado le preguntó de dónde había obtenido ese dinero.
A la tercera mañana el gato pescó dos truchas apetitosas y fue nuevamente con el rey.
El rey mandó que le dieran más dinero.
Cierto día el gato se percató que el rey iba a dar un paseo a orillas del río, rápidamente fue a decirle al joven que se diera un refrescante baño en el río. | ||
El gato escondió su vestido andrajoso y gritó -¡Socorro! ¡Socorro! ¡Mi señor el marqués de Carabás, se va ahogar! | ||
Al oí esto, el rey sacó la cabeza y el gato le explicó que habían asaltado a su amo y lo habían dejado desnudo. | ||
Inmediatamente, el rey mandó que le dieran un lujoso traje y lo invitó a continuar el paseo. | ||
El gato por su parte, les dio a los campesinos que veía en el camino, que le dijeran al rey que esas tierras pertenecían al marqués de Carabás. | ||
En realidad pertenecían a un ogro que vivía en un castillo. El gato fue a buscarlo y le preguntó ¿es verdad que pueden convertirte en león, o en elefante o en cualquier cosa? | ||
-Claro que sí- gritó el ogro. | ||
-No lo creo- dijo el gato. | ||
Cuando el ogro se convirtió en ratón se lo tragó. | ||
Mientras tanto el rey se aproximaba al castillo deseando pasar a conocerlo. El gato salió y le dijo que el castillo pertenecía a su señor el marqués de Carabás. | ||
El rey comentó- deseo platicar con el marqués... | ||
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