Había
una vez un canguro que era un auténtico campeón de las carreras, pero
al que el éxito había vuelto vanidoso, burlón y antipático. La principal
víctima de sus burlas era un pequeño pingüino, al que su andar lento y
torpón impedía siquiera acabar las carreras.
Un día el zorro, el encargado de organizarlas, publicó en todas partes
que su favorito para la siguiente carrera era el pobre pingüino. Todos
pensaban que era una broma, pero aún así el vanidoso canguró se enfadó
muchísimo, y sus burlas contra el pingüino se intensificaron. Éste no
quería participar, pero era costumbre que todos lo hicieran, así que el
día de la carrera se unió al grupo que siguió al zorro hasta el lugar de
inicio. El zorro los guió montaña arriba durante un buen rato, siempre
con las mofas sobre el pingüino, sobre que si bajaría rondando o
resbalando sobre su barriga..
.
Pero cuando llegaron a la cima, todos callaron. La cima de la montaña
era un cráter que había rellenado un gran lago. Entonces el zorro dio la
señal de salida diciendo: "La carrera es cruzar hasta el otro lado".
El pingüino, emocionado, corrió torpemente a la orilla, pero una vez en
el agua, su velocidad era insuperable, y ganó con una gran diferencia,
mientras el canguro apenas consiguió llegar a la otra orilla, lloroso,
humillado y medio ahogado. Y aunque parecía que el pingüino le esperaba
para devolverle las burlas, éste había aprendido de su sufrimiento, y en
lugar de devolvérselas, se ofreció a enseñarle a nadar.
Aquel día todos se divirtieron de lo lindo jugando en el lago. Pero el que más lo hizo fue el zorro, que con su ingenio había conseguido bajarle los humos al vanidoso canguro.
Aquel día todos se divirtieron de lo lindo jugando en el lago. Pero el que más lo hizo fue el zorro, que con su ingenio había conseguido bajarle los humos al vanidoso canguro.
Autor.. Pedro Pablo Sacristán
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