martes, 9 de octubre de 2012

Las tres carabelas del viaje de Cristóbal Colón

   Tras firmarse las capitulaciones de Santa Fe el 17 de abril de
 1492, en pocos días se reunieron dos millones de maravedíes
 y se armaron dos carabelas, la Pinta y la Niña, y una nao,
 la Santa María, que partieron de Palos de la Frontera rumbo
 a San Sebastián de la Gomera el 3 de agosto de ese mismo
 año. Eran éstos unos navíos pequeños y fuertes, capaces de
alcanzar con buen tiempo velocidades de seis o siete nudos
 y que, cuando amainaba el viento, podían ser impulsados a
fuerza de remos sin excesiva dificultad. Cada uno tenía un
solo camarote para el capitán, pues la tripulación dormía en
 cubierta. Una vez al día, en un pequeño horno instalado
en el centro del barco, se guisaba una comida caliente
con gran provisión de ajo. El tiempo lo iban marcando
 relojes de arena de media hora, a los que regularmente
 daban vuelta los grumetes. La tripulación de las tres naves
era de unos ochenta y siete hombres, incluyendo tres
médicos, un despensero, un intérprete y un representante de
 la reina que llevaba la cuenta del oro y de las piedras
 preciosas que había a bordo.
Biografías y Vidas

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