sábado, 21 de febrero de 2015

La humilde flor




 Cuando Dios creó el mundo, dio nombre y color a todas las flores.
 Y sucedió que una florecita pequeña le suplicó repetidamente con voz temblorosa:
-i No me olvides! ¡No me olvides!
 Como su voz era tan fina, Dios no la oía. Por fin, cuando el Creador hubo terminado su tarea, pudo escuchar aquella vocecilla y se volvió hacia la planta. Mas todos los nombres estaban ya dados. La plantita no cesaba de llorar y el Señor la consoló así:
-No tengo nombre para ti, pero te llamarás "Nomeolvides".
  Y por colores te daré el azul del cielo y el rojo de la sangre. Consolarás a los vivos y acompañaras a los muertos.
 Así nació el "nomeolvides" o miosota, pequeña florecilla de color azul y rojo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario