Una lechuga no es un plato

Hay un gusano en mi plato!, dijo Matías haciendo gestitos con la mano como para ahuyentarlo. El gusano primero miró el plato, después miró a Matías y luego dijo:
- ¡Glup!, parece que me equivoqué. Esta no es una hoja de lechuga.
Cuando se le pasó un poquito el miedo, Matías, que era muy curioso, se acercó a observar muy bien a don Gusano.
Gusanito
- ¡Vaya! -pensó- No sólo es bastante extraño y bonitos sus colores, sino que también tiene muchas patitas. Debe estar desorientado.

- Desorientado no, apenas un pococegato –corrigió el gusano- pero en voz tan bajita que nadie lo escuchó.
Por un instante el gusanito detuvo su marcha, encorvó su lomo verde y miró a Matías con sus ojitos finitos de gusano perdido.
Sonrieron cada uno a su manera. Matías, entonces, trajo una hoja de lechuga, que con mamá sacó de la heladera.
Lo cargó sobre ella y la llevó al jardín. Don Gusano sintió el airecito y fue feliz.
Entretanto, Matías lo miraba divertido.
Pasito a paso el gusano se fue perdiendo entre las rosas con un buen bocado de lechuga entre las mandíbulas.
Pero eso sí ¡lechuga sin condimentar!
FIN
Cuento de Patricia Cortondo (Argentina)

La fiesta de la ardilla

Había una vez un hermoso bosque de robles en el que habitaban unos gnomos, bajitos y rechonchetes. Los gnomos eran felices viviendo en los huecos de los arboles y jugando entre las hojas secas. Llevaban muchos siglos habitando ese bosque, aquel era su hogar.
Un día, temprano por la mañana, cuando apenas asomaba el sol, unos extraños y aterradores ruidos los sobresaltaron. Era unos hombres que aparecieron con sus camiones y con sierras mecánicas en mano, estaban comenzando a talar los árboles. Eran unos madereros. Horroriados, los gnomos vieron como esos hombres estaban talando los árboles de su bosque y sin saber bien que hacer corrieron a refugiarse a la laguna que había en una pequeña llanura junto al bosque, donde pudieron esconderse entre el cañaberal.
Fueron pasando los días y cada vez había menos árboles en el bosque, apenas quedaban unas decenas, de los cientos que habían dado sombra a esa tierra y los gnomos, cada vez más afligidos, se preguntaban que iba a ser de ellos. Una tarde, desde las orillas de la laguna, vieron como los hombres, con sus camiones llenos de los troncos de los árboles que un día habían dado vida a su bosque, se marchaban. Los vieron alejarse, suspirando por lo que habían hecho y a la vez aliviados porque aquello terminara.
Los gnomos se acercaron, todavía asustadizos, a los limites del bosque y observaron desolados lo que antes había sido su hogar. Apenas quedaban algunos árboles jóvenes repartidos por el lugar, erguidos sobre un manto de serrín, virutas y ramás rotas. La visión del lugar era desoladora y los gnomos se preguntaban donde iban a vivir a partir de ese momento, ya que en ese bosque, casi desnudo, no podían habitar, pues podrían ser descubiertos. Muy tristes regresaron a la laguna, donde tuvieron que adaptarse a vivir entre las cañas, echando terriblemente de menos el bosque, el sonido de las hojas de los arboles al ser mecidos por el viento, el piar de los pajaritos, los cuales tambien habían huido asustados, y la alfombra de hojas secas que había sido su parque de atracciones particular donde tan bien se lo habian pasado.
Un día, una ardillita despistada y solitária, llego al lugar y parada al borde del lo que quedaba del bosque, se lo quedo mirando y holisqueando con su gracioso hocico se aventuró a subir a los pocos árboles que quedaban. Comenzó a recolectar bellotas, las cuales eran su alimento. La ardillita, con su enorme y hermosa cola, fue tomando una a una las bellotas y bajando al suelo, las enterraba para hacer así su despensa particular, pensando que así nadie le quitaría su manjar. Asi pasó muchos días la ardillita recolectando y escondiendo bellotas y cuando le entraba el hambre, tomaba una y se la comía en lugar de enterrarla.
El bosque estaba muy desolado y no era precisamente el mejor lugar para vivir, pero por alguna razón le gustó a la ardilla y se quedo allí , con su frenética recolección de bellotas.
Los gnomos ya conocian a la ardilla, y de vez en cuando se acecaban a saludarla, mientras esta no dejaba de recoger bellotas incansablemente.
Pasaron los años y los antiguos habitantes del bosque continuaban viviendo en el cañaberal, en humedos agujeros contruidos en el suelo entre las cañas, sostenidos con pequeños trozos de caña a modo de columnas , con el suelo cubierto de paja seca del prado, los cuales les servian de único refúgio.
¿ Quieres saber que pasó ? el bosque comenzaba a estar cubierto por jóvenes robles los cuales comenzaban a brindar su sombra y los gonomos, cada vez más esperanzados, sabían que muy pronto podrían volver al bosque de donde núnca hubieran tenido que marchar.
¿ y sabes porque ?
Las ardillas son traviesas, avispadas y muy listas, pero tienen un pequeño defecto, y es que a menudo no recuerdan donde enterraron sus bellotas y asi fue como con el paso de los años, gracias a las bellotas enterradas, las cuales la ardilla no recordaba, habían nacido numerosos robles que ya comenzaban a ser altos y fuertes devolviendo poco a poco el majestuodo aspecto a ese adorado bosque de los gnomos.
Un buen día, todos ellos, despues de deliberar en su consejo anual, decidieron, decididos y felices, regresar al bosque, y con cánticos y gritos de felicidad poblaron de nuevo ese pedacito de tierra lleno de jovenes hermosos árboles. Los pájaros fueron regresando tambien y el bosque se lleno de vida de nuevo y felices y contentos vivieron para siempre en ese bosque, al que núnca jamás volvieron los madereros.
Desde entonces, cada primavera, los gnomos celebran la "Fiesta de la ardilla" , en honor a la ardillita que hizo posible el rápido resurgimiento de lo que volvía a ser su hogar, lo cual, en poco tiempo, fue conocido por todos los gnomos del mundo, que se unieron a esa fiesta cada año, para conmemorar el trabajo, que sin saberlo, realizan las ardillas repoblando los bosques.
Si algún cálido día de primavera, paseando por un bosque, escuchas unos suaves silvidos, piensa que tal vez, son los gnomos que habitan ese bosque, los cuales , a escondiditas para que tu no puedas verlos, estan celebrando La fiesta de la ardilla

Cuentos Infantiles

domingo, 15 de mayo de 2016

Signos de interrogación y de exclamación

 
                                                                                                                                                            Ortografía

El lobo con piel de oveja

Había una vez un lobo que se encontraba hambriento en el bosque. Llevaba días sin poder probar bocado, incapaz de cazar ninguna presa. Cansado, se acercó a una granja que conocía desde hace años. El dueño tenía muchas trampas para evitar a los lobos, protegiendo siempre a sus ovejas como si fuesen sus propias hijas.
lobocordero Después de mucho pensar el lobo ideó el plan perfecto. Recorrió el bosque entero buscando a otros lobos para pedirles ayuda, encontrando a un viejo lobo que nunca había pasado hambre en su vida. Cuando el lobo le explicó su plan no pudo más que reírse, dándole de todas formas lo que le pidió para que pudiese llevarlo a cabo. El viejo lobo entró en su guarida para buscar una piel vieja de oveja, limpia por las lluvias y lanosa al no haber salido de la cueva.
El lobo volvió a la granja con la piel de la oveja en su cuerpo. Cualquiera que le viera desde lejos reconocería el disfraz inmediatamente, por lo que esperó hasta el atardecer para colarse con cuidado y balar cuando se acercase el granjero. Debido a la oscuridad y al cansancio el hombre pasó por alto al lobo disfrazado de oveja, metiéndolas dentro del corral a todas para protegerlas de los peligros de fuera.
Cuando anocheció el lobo se preparó para comer plácidamente sabiendo que el granjero estaría ya durmiendo. De repente se encendió la luz, obligándole a quedarse muy quieto para que no le descubrieran. El granjero había entrado para elegir a una oveja a la que sacrificar buscando su provisión de carne necesaria para el día siguiente. Sin fijarse mucho escogió a una oveja al azar, resultando ser el lobo con la piel de oveja.
Desde entonces los lobos del bosque aprendieron que es mejor aparentar ser lobo y seguir esforzándose por conseguir comida que tratar de ser otra cosa diferente para coneguir lo mismo de una forma fácil.

Fábula de la lechera

La lechera

La hija de un granjero llevaba un recipiente lleno de leche a vender al pueblo, y empezó a hacer planes futuros:
- Cuando venda esta leche, compraré trescientos huevos. Los huevos, descartando los que no nazcan, me darán al menos doscientos pollos.


Los pollos estarán listos para mercadearlos cuando los precios de ellos estén en lo más alto, de modo que para fin de año tendré suficiente dinero para comprarme el mejor vestido para asistir a las fiestas.
Cuando esté en el baile todos los muchachos me pretenderán, y yo los valoraré uno a uno.
Pero en ese momento tropezó con una piedra, cayendo junto con la vasija de leche al suelo, regando su contenido.
Y así todos sus planes acabaron en un instante.
Moraleja:
No seas ambiciosa de mejor y más próspera fortuna,
que vivirás ansiosa sin que pueda saciarte cosa alguna.
No anheles impaciente el bien futuro,
mira que ni el presente está seguro.
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