Una niña tenía una muñeca a la quería tanto que la trataba con gran esmero y una delicadeza infinita, a pesar de que su amigos se reían de ella por ser tan cuidadosa. Con el tiempo la niña fue creciendo, cambió de casa y se hizo mayor, se casó, tuvo hijos y finalmente se convirtió en una adorable ancianita con muchos nietos. Un día volvió a su pueblo, encontró su antigua casa abandonada, y entró. Entre cientos de cosas y recuerdos, la antigua niña encontró su muñeca, tan bien cuidada como siempre, y se la llevó para regalársela a su nieta, a la que también entusiasmó. Y cada vez que la veía jugar con ella, se le escapaban lagrimitas de la alegría, y daba gracias por haber sido tan cuidadosa con aquel juguete y haber podido disfrutarlo tanto como cuando era pequeña.
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