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miércoles, 30 de mayo de 2018

Pulgarcita.

Érase una mujer que anhelaba tener un niño, pero no sabía dónde irlo a buscar. Al fin se decidió a acudir a una vieja bruja y le dijo: 
-Me gustaría mucho tener un niño; dime cómo lo he de hacer.
-Sí, será muy fácil -respondió la bruja-. Ahí tienes un grano de cebada; no es como la que crece en el campo del labriego, ni la que comen los pollos. Plántalo en una maceta y verás maravillas.
-Muchas gracias -dijo la mujer; dio doce sueldos a la vieja y se volvió a casa; sembró el grano de cebada, y brotó enseguida una flor grande y espléndida, parecida a un tulipán, sólo que tenía los pétalos apretadamente cerrados, cual si fuese todavía un capullo
-¡Qué flor tan bonita! -exclamó la mujer, y besó aquellos pétalos rojos y amarillos; y en el mismo momento en que los tocaron sus labios, se abrió la flor con un chasquido.
Cuento infantil para niños de Pulgarcita
Era en efecto, un tulipán, a juzgar por su aspecto, pero en el centro del cáliz, sentada sobre los verdes estambres, se veía una niña pequeñísima, linda y gentil, no más larga que un dedo pulgar; por eso la llamaron Pulgarcita.
Le dio por cuna una preciosa cáscara de nuez, muy bien barnizada; azules hojuelas de violeta fueron su colchón, y un pétalo de rosa, el cubrecama. Allí dormía de noche, y de día jugaba sobre la mesa, en la cual la mujer había puesto un plato ceñido con una gran corona de flores, cuyos peciolos estaban sumergidos en agua; una hoja de tulipán flotaba a modo de barquilla, en la que Pulgarcita podía navegar de un borde al otro del plato, usando como remos dos blancas crines de caballo.Era una maravilla. Y sabía cantar, además, con voz tan dulce y delicada como jamás se haya oído.
Una noche, mientras la pequeñuela dormía en su camita, se presentó un sapo, que saltó por un cristal roto de la ventana. Era feo, gordote y viscoso; y vino a saltar sobre la mesa donde Pulgarcita dormía bajo su rojo pétalo de rosa. «¡Sería una bonita mujer para mi hijo!», se dijo el sapo, y, cargando con la cáscara de nuez en que dormía la niña, saltó al jardín por el mismo cristal roto.
Cruzaba el jardín un arroyo, ancho y de orillas pantanosas; un verdadero cenagal, y allí vivía el sapo con su hijo. ¡Uf!, ¡y qué feo y asqueroso era el bicho! ¡igual que su padre! «Croak, croak, brekkerekekex!», fue todo lo que supo decir cuando vio a la niñita en la cáscara de nuez.
-Habla más quedo, no vayas a despertarla -le advirtió el viejo sapo-. Aún se nos podría escapar, pues es ligera como un plumón de cisne. La pondremos sobre un pétalo de nenúfar en medio del arroyo; allí estará como en una isla, ligera y menudita como es, y no podrá huir mientras nosotros arreglamos la sala que ha de ser su habitación debajo del cenagal.
Crecían en medio del río muchos nenúfares, de anchas hojas verdes, que parecían nadar en la superficie del agua; el más grande de todos era también el más alejado, y éste eligió el viejo sapo para depositar encima la cáscara de nuez con Pulgarcita.
Cuando se hizo de día despertó la pequeña, y al ver donde se encontraba prorrumpió a llorar amargamente, pues por todas partes el agua rodeaba la gran hoja verde y no había modo de ganar tierra firme.
Mientras tanto, el viejo sapo, allá en el fondo del pantano, arreglaba su habitación con juncos y flores amarillas; había que adornarla muy bien para la nuera. Cuando hubo terminado nadó con su feo hijo hacia la hoja en que se hallaba Pulgarcita. Querían trasladar su lindo lecho a la cámara nupcial, antes de que la novia entrara en ella.
El viejo sapo, inclinándose profundamente en el agua, dijo:
-Aquí te presento a mi hijo; será tu marido, y vivirán muy felices en el cenagal.
-¡Coax, coax, brekkerekekex! -fue todo lo que supo añadir el hijo.
Cogieron la graciosa camita y echaron a nadar con ella; Pulgarcita se quedó sola en la hoja, llorando, pues no podía avenirse a vivir con aquel repugnante sapo ni a aceptar por marido a su hijo, tan feo.
Los pececillos que nadaban por allí habían visto al sapo y oído sus palabras, y asomaban las cabezas, llenos de curiosidad por conocer a la pequeña. Al verla tan hermosa, les dio lástima y les dolió que hubiese de vivir entre el lodo, en compañía del horrible sapo. ¡Había que impedirlo a toda costal
Se reunieron todos en el agua, alrededor del verde tallo que sostenía la hoja, lo cortaron con los dientes y la hoja salió flotando río abajo, llevándose a Pulgarcita fuera del alcance del sapo. En su barquilla, Pulgarcita pasó por delante de muchas ciudades, y los pajaritos, al verla desde sus zarzas, cantaban: «¡Qué niña más preciosa!». Y la hoja seguía su rumbo sin detenerse, y así salió Pulgarcita de las fronteras del país. Una bonita mariposa blanca, que andaba revoloteando por aquellos contornos, vino a pararse sobre la hoja, pues le había gustado Pulgarcita. Ésta se sentía ahora muy contenta, libre ya del sapo; por otra parte, ¡era tan bello el paisaje! El sol enviaba sus rayos al río, cuyas aguas refulgían como oro purísimo.
La niña se desató el cinturón, ató un extremo en torno a la mariposa y el otro a la hoja; y así la barquilla avanzaba mucho más rápida.
Más he aquí que pasó volando un gran abejorro, y, al verla, rodeó con sus garras su esbelto cuerpecito y fue a depositarlo en un árbol, mientras la hoja de nenúfar seguía flotando a merced de la corriente, remolcada por la mariposa, que no podía soltarse. ¡Qué susto el de la pobre Pulgarcita, cuando el abejorro se la llevó volando hacia el árbol!
Lo que más la apenaba era la linda mariposa blanca atada al pétalo, pues si no lograba soltarse moriría de hambre. Al abejorro, en cambio, le tenía aquello sin cuidado. Se posó con su carga en la hoja más grande y verde del árbol, regaló a la niña con el dulce néctar de las flores y le dijo que era muy bonita, aunque en nada se parecía a un abejorro.
Más tarde llegaron los demás compañeros que habitaban en el árbol; todos querían verla. Y la estuvieron contemplando, y las damitas abejorras exclamaron, arrugando las antenas:
-¡Sólo tiene dos piernas; qué miseria!
-¡No tiene antenas! -observó otra.
-¡Qué talla más delgada, parece un hombre! ¡Uf, que fea! -decían todas las abejorras.
Cuento tradicional de Pulgarcita para niños
Y, sin embargo, Pulgarcita era lindísima. Así lo pensaba también el abejorro que la había raptado; pero viendo que todos los demás decían que era fea, acabó por creérselo y ya no la quiso. Podía marcharse adonde le apeteciera.
La bajó, pues, al pie del árbol, y la depositó sobre una margarita. La pobre se quedó llorando, pues era tan fea que ni los abejorros querían saber nada de ella. Y la verdad es que no se ha visto cosa más bonita, exquisita y límpida, tanto como el más bello pétalo de rosa.
Todo el verano se pasó la pobre Pulgarcita completamente sola en el inmenso bosque. Se trenzó una cama con tallos de hierbas, que suspendió de una hoja de acedera, para resguardarse de la lluvia; para comer recogía néctar de las flores y bebía del rocío que todas las mañanas se depositaba en las hojas.
Así transcurrieron el verano y el otoño; pero luego vino el invierno, el frío y largo invierno. Los pájaros, que tan armoniosamente habían cantado, se marcharon; los árboles y las flores se secaron; la hoja de acedera que le había servido de cobijo se arrugó y contrajo, y sólo quedó un tallo amarillo y marchito.
Pulgarcita pasaba un frío horrible, pues tenía todos los vestidos rotos; estaba condenada a helarse, frágil y pequeña como era. Comenzó a nevar, y cada copo de nieve que le caía encima era como si a nosotros nos echaran toda una palada, pues nosotros somos grandes, y ella apenas medía una pulgada.Se envolvió en una hoja seca, pero no conseguía entrar en calor; tiritaba de frío.
Junto al bosque se extendía un gran campo de trigo; lo habían segado hacía tiempo, y sólo asomaban de la tierra helada los rastrojos desnudos y secos. Para la pequeña era como un nuevo bosque, por el que se adentró, y ¡cómo tiritaba! Llegó frente a la puerta del ratón de campo, que tenía un agujerito debajo de los rastrojos. Allí vivía el ratón, bien calentito y confortable, con una habitación llena de grano, una magnífica cocina y un comedor. La pobre Pulgarcita llamó a la puerta como una pordiosera y pidió un trocito de grano de cebada, pues llevaba dos días sin probar bocado. .
-¡Pobre pequeña! -exclamó el ratón, que era ya viejo, y bueno en el fondo-, entra en mi casa, que está bien caldeada y comerás conmigo-. Y como le fuese simpática Pulgarcita, le dijo:
- Puedes pasar el invierno aquí, si quieres cuidar de la limpieza de mi casa, y me explicas cuentos, que me gustan mucho.
Pulgarcita hizo lo que el viejo ratón le pedía y lo pasó la mar de bien.
-Hoy tendremos visita -dijo un día el ratón-. Mi vecino suele venir todas las semanas a verme. Es aún más rico que yo; tiene grandes salones y lleva una hermosa casaca de terciopelo negro. Si lo quisieras por marido nada te faltaría. Sólo que es ciego; habrás de explicarle las historias más bonitas que sepas.
Pero a Pulgarcita le interesaba muy poco el vecino, pues era un topo. Éste vino, en efecto, de visita, con su negra casaca de terciopelo. Era rico e instruido, dijo el ratón de campo; tenía una casa veinte veces mayor que la suya. Ciencia poseía mucha, mas no podía sufrir el sol ni las bellas flores, de las que hablaba con desprecio, pues no, las había visto nunca.
Pulgarcita hubo de cantar, y entonó «El abejorro echó a volar» y «El fraile descalzo va campo a través». El topo se enamoró de la niña por su hermosa voz, pero nada dijo, pues era circunspecto. Poco antes había excavado una larga galería subterránea desde su casa a la del vecino e invitó al ratón y a Pulgarcita a pasear por ella siempre que les viniese en gana. Les advirtió que no debían asustarse del pájaro muerto que yacía en el corredor; era un pájaro entero, con plumas y pico, que seguramente había fallecido poco antes y estaba enterrado justamente en el lugar donde habla abierto su galería. El topo cogió con la boca un pedazo de madera podrida, pues en la oscuridad reluce como fuego, y, tomando la delantera, les alumbró por el largo y oscuro pasillo.
Al llegar al sitio donde yacía el pájaro muerto, el topo apretó el ancho hocico contra el techo y, empujando la tierra, abrió un orificio para que entrara luz. En el suelo había una golondrina muerta, las hermosas alas comprimidas contra el cuerpo, las patas y la cabeza encogidas bajo el ala. La infeliz avecilla había muerto de frío.
A Pulgarcita se le encogió el corazón, pues quería mucho a los pajarillos, que durante todo el verano habían estado cantando y gorjeando a su alrededor. Pero el topo, con su corta pata, dio un empujón a la golondrina y dijo:
-Ésta ya no volverá a chillar. ¡Qué pena, nacer pájaro! A Dios gracias, ninguno de mis hijos lo será. ¿Qué tienen estos desgraciados, fuera de su quivit, quivit? ¡Vaya hambre la que pasan en invierno!
-Habla como un hombre sensato -asintió el ratón-. ¿De qué le sirve al pájaro su canto cuando llega el invierno? Para morir de hambre y de frío, ésta es la verdad; pero hay quien lo considera una gran cosa.
Pulgarcita no dijo esta boca es mía, pero cuando los otros dos hubieron vuelto la espalda, se inclinó sobre la golondrina y, apartando las plumas que le cubrían la cabeza, besó sus ojos cerrados. «¡Quién sabe si es aquélla que tan alegremente cantaba en verano!», pensó. «¡Cuántos buenos ratos te debo, mi pobre pajarillo!».El topo volvió, a tapar el agujero por el que entraba la luz del día y acompañó a casa a sus vecinos.
Aquella noche Pulgarcita no pudo pegar un ojo; saltó, pues, de la cama y trenzó con heno una grande y bonita manta, que fue a extender sobre el avecilla muerta; luego la arropó bien, con blanco algodón que encontró en el cuarto de la rata, para que no tuviera frío en la dura tierra.
-¡Adiós, mi pajarito! -dijo-. Adiós y gracias por las canciones con que me alegrabas en verano, cuando todos los árboles estaban verdes y el sol nos calentaba con sus rayos.
Aplicó entonces la cabeza contra el pecho del pájaro y tuvo un estremecimiento; le pareció como si algo latiera en él. Y, en efecto, era el corazón, pues la golondrina no estaba muerta, y sí sólo entumecida. El calor la volvía a la vida.
En otoño, todas las golondrinas se marchan a otras tierras más cálidas; pero si alguna se retrasa, se enfría y cae como muerta. Allí se queda en el lugar donde ha caído, y la helada nieve la cubre.
Pulgarcita estaba toda temblorosa del susto, pues el pájaro era enorme en comparación con ella, que no medía sino una pulgada. Pero cobró ánimos, puso más algodón alrededor de la golondrina, corrió a buscar una hoja de menta que le servía de cubrecama, y la extendió sobre la cabeza del ave. A la noche siguiente volvió a verla y la encontró viva, pero extenuada; sólo tuvo fuerzas para abrir los ojos y mirar a Pulgarcita, quien, sosteniendo en la mano un trocito de madera podrida a falta de linterna, la estaba contemplando.
-¡Gracias, mi linda pequeñuela! -murmuró la golondrina enferma-. Ya he entrado en calor; pronto habré recobrado las fuerzas y podré salir de nuevo a volar bajo los rayos del sol.
-¡Ay! -respondió Pulgarcita-, hace mucho frío allá fuera; nieva y hiela. Quédate en tu lecho calentito y yo te cuidaré.
Le trajo agua en una hoja de flor para que bebiese. Entonces la golondrina le contó que se había lastimado un ala en una mata espinosa, y por eso no pudo seguir volando con la ligereza de sus compañeras, las cuales habían emigrado a las tierras cálidas.
Cayó al suelo, y ya no recordaba nada más, ni sabía cómo había ido a parar allí. El pájaro se quedó todo el invierno en el subterráneo, bajo los amorosos cuidados de Pulgarcita, sin que lo supieran el topo ni el ratón, pues ni uno ni otro podían sufrir a la golondrina. No bien llegó la primavera y el sol comenzó a calentar la tierra, la golondrina se despidió de Pulgarcita, la cual abrió el agujero que había hecho el topo en el techo de la galería. Entró por él un hermoso rayo de sol, y la golondrina preguntó a la niñita si quería marcharse con ella; podría montarse sobre su espalda, y las dos se irían lejos, al verde bosque. Mas Pulgarcita sabía que si abandonaba al ratón le causaría mucha pena.
-No, no puedo -dijo.
-¡Entonces adiós, adiós, mi linda pequeña! -exclamó la golondrina, remontando el vuelo hacia la luz del sol.
Pulgarcita la miró partir, y las lágrimas le vinieron a los ojos; pues le había tomado mucho afecto.
-¡Quivit, quivit! -chilló la golondrina, emprendiendo el vuelo hacia el bosque.
Pulgarcita se quedó sumida en honda tristeza. No le permitieron ya salir a tomar el sol. El trigo que habían sembrado en el campo de encima creció a su vez, convirtiéndose en un verdadero bosque para la pobre criatura, que no medía más de una pulgada.
-En verano tendrás que coserte tu ajuar de novia -le dijo un día el ratón.
Era el caso que su vecino, el fastidioso topo de la negra pelliza, había pedido su mano-.
-Necesitas ropas de lana y de hilo; has de tener prendas de vestido y de cama, para cuando seas la mujer del topo.
FIN
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¿Por qué las faces de la luna son cíclicas?

Las fases de la luna son cíclicas porque por leyes de gravedad y atracción, al igual que la tierra gira alrededor del sol. La Luna gira en órbita de la tierra, lo cual es un recorrido constante y repetitivo, y sus diferentes faces son producidas por la posición en la cual la luna se encuentra y esta refleja la luz del sol.

En consecuencia, de que la luna refleja la luz del sol mientras ocupa una posición la cual producirá una fase, y este fenómeno ocurre mientras ella realiza una distancia repetitiva, las fases lunares siempre se repetirán o serán cíclicas.

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viernes, 25 de mayo de 2018

La rana que se convirtió en princesa

La rana que se convirtió en princesaEn un reino muy lejano vivía una bella joven llamada Susana, ella era quizá una de las chicas más lindas en todo el reino y su belleza despertaba la envidia de otras chicas no tan hermosas. Este reino era gobernado por una malvada bruja obsesionada por la belleza, ella siempre llamaba a las jóvenes más bellas y puras para poder robar su belleza y así conservar la eterna juventud.
La malvada bruja al enterarse que Susana ya estaba en la edad para robar su belleza, la mandó a llamar para hacerle lo mismo que a otras chicas; Susana fue al reino con mucho temor pues ya se rumoraba lo que la malvada bruja le hacía a las jóvenes bellas. Al llegar al palacio la malvada bruja vio que Susana era más bella que cualquier otra chica, ella no dudó en querer tomar su belleza para ser tan pura como ella, sin embargo cuando quiso absorber su  belleza, sus extrañas fuerzas no funcionaron, la bella chica era tan inocente y pura que su belleza no la podía robar las fuerzas del mal.
La bruja hizo muchos intentos pero no pudo robar su belleza, muy furiosa le lanzó un hechizo a la chica para que no pudiera igualar su belleza, desde ese entonces Susana fue convertida en una rana.
El tiempo fue pasando y Susana vivía muy triste en el estanque del castillo, su abuela la cuidaba y jugaba con ella para que no se sintiera sola. Un día un apuesto príncipe llegó a este lugar,  él deseaba conocer a la mujer más bella de este reino para tomarla como esposa, la malvada bruja estaba muy emocionada porque iba a hacer más grande su reino si lograba una boda con el apuesto galán.
La bruja se preparó con sus mejores vestidos y su belleza, el príncipe al verla la vio hermosa pero no le hacía sentir nada atractivo, él le pidió un momento para ir al jardín y allí se encontró con la abuela jugando con la rana, le pareció gracioso y quiso unirse al juego; la abuela viendo que la rana y el príncipe se entendían muy bien, pensó que si tal vez el príncipe la besaba podía volver a su estado normal. Ella le pidió ese gran favor al príncipe y él un poco asustado dio ese gran beso a la rana, de inmediato ella recuperó su imagen de bella chica y lo enamoró con toda la dulzura que reflejaba.
La belleza de la nueva princesa hizo que la bruja desapareciera, todos en el reino recuperaron la paz y Susana vivió muy feliz con su amado príncipe siendo así su bella princesa.
CUENTOS

jueves, 24 de mayo de 2018

Partes del cuento

Parte 1 de un cuento:
 inicio o planteamiento

Comenzamos con la primera de las partes de un cuento, es decir, el inicio o también llamado "planteamiento" o "presentación". Se refiere al comienzo de la historia, el momento en el que el autor contextualizará al lector tanto en el lugar en el que se encuentra la narración, los personajes que intervendrán en ella y los presentará ligeramente para que tengamos una idea de quiénes son y lo que buscan.

domingo, 20 de mayo de 2018

Ejercicios de motricidad fina

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Continuar el modelo.



El cerdo que quería ser cantante

El cerdo que quería ser cantanteHabía una vez un cerdo llamado Antón que quería ser cantante. Desde que era un cerdito siempre le había gustado escuchar música. Se pasaba el día cantando las canciones de moda que sonaban en la radio de la granja.

Todo el mundo le decía que los cerdos no podían ser cantantes. Que si los cerdos son muy grandes, que si los cerdos son muy sucios, que si los cerdos son muy feos… Todo eran pegas.

Pero Antón estaba decidido a ser cantante, así que cogió sus cosas y se fue a la ciudad a buscar un profesor de canto. Visitó todas las escuelas de música que había, pero en ninguna quisieron darle clases porque su gruñido era muy desagradable.

El cerdo que quería ser cantante
Triste y desilusionado, Antón decidió volver a la granja. Pero cuando llegó a la estación se dio cuenta de que ya no le quedaba dinero para coger el autobús.

El pobre animal necesitaba conseguir dinero para marcharse, pero no sabía hacer nada más que cantar, aunque a su manera. Y no se le ocurrió otra cosa que sentarse en la puerta de la estación de autobuses a cantar un blues acompañado de su guitarra.

Cantando estaba cuando pasó por allí un productor de cine que se quedó impresionado al ver el sentimiento que Antón le ponía a su canción.

- Hola, ¿qué es lo que te pasa? -le preguntó-. ¿Por qué cantas una canción tan triste?
- Quiero ser cantante y nadie me da una oportunidad -respondió el cerdo-. Todo el mundo me dice que los cerdos no podemos ser cantantes porque somos feos y sucios. Y los profesores dicen que tengo mi gruñido es horrible.

- ¿Ah sí? Pues te diré una cosa. No creo que eso sea motivo suficiente para que te eches atrás. Verás, hay cosas que se pueden cambiar. Por ejemplo, si te lavas bien estarás más limpio y olerás mucho mejor.

- Pero los cerdos no se lavan -respondió el cerdo-.

- ¡Claro, y tampoco son cantantes! Si quieres ser diferente tendrás que hacer cosas distintas.

- Es verdad...

- Respecto a lo de ser feo -siguió diciendo el productor-, eso es algo que carece de importancia. En realidad, forma parte de tu encanto. Además, eso depende de los gustos de cada uno.

- ¿Y mi voz? -preguntó el cerdo.

- En mi opinión tiene personalidad propia y, además, cantas con mucho sentimiento. Ven conmigo y haré de ti una estrella. 

Y así fue como Antón, el cerdo que quería ser cantante, se convirtió en actor de cine y triunfó cantando a su manera.

REMEDIOS CASEROS. V BLOQUE DE PRIMARIA.

REMEDIOS PARA DISTINTOS TIPOS DE DOLOR.

 PARA EL DOLOR DE CABEZA

1. Sujetar una pinza de colgar la ropa en el lóbulo de la oreja, como si fuera un arete, del mismo lado donde se tiene el dolor de cabeza. Mar Q.
 2. Frotar un limón durante unos minutos sobre la parte afectada. Claudia F.
 3. Aplicarse sobre la zona afectada, un pañuelo empapado en vinagre de sidra. Claudia F.
 4. Se licuan 300 gramos de col y 100 gramos de apio .Debe tomarse una vez al día. Claudia F.
 5. Masajear el cuello con 5 gotas de aceite de lavanda, también con menta mezclado con una cuchara de aceite de almendra. Claudia F.
 6. Voy a escribiros sobre un remedio casero para quitar el dolor de cabeza, lo he encontrado en la página http://www.remediospopulares.com Pues un remedio tradicional sería tomar una cucharada de miel con media cucharada de zumo de ajo. Débora M. 
7. Consiste en tomar una cucharada de miel con media cucharada de jugo de ajo. Claudia F.
 8. El remedio consiste en tomar una cucharada de miel con media cucharada de jugo de ajo. Claudia F. 4

 PARA EL DOLOR DE CUELLO 
1. Masajear el cuello dos veces al día, con la mezcla de media cabeza de ajo triturada con una barrita de alcanfor. Claudia F.
 2. Deslizar varias veces, de derecha a izquierda, una toalla empapada con aceite mejorana o romero en el cuello. Claudia F. 

PARA EL DOLOR DE ESPALDA 
1. Hervir unos 20 minutos, 50 gramos de artemisa en un litro de agua. Retirar el fuego y dejar refrescar. Luego aplicar sobre el área afectada. Claudia F.
 2. Confeccionar una almohadilla de castañas. Pelar castañas de indias frescas y molerlas. Luego se rellena una funda de cojín y se coloca sobre la zona dolorida. Mar Q.

 PARA EL DOLOR DE GARGANTA
 1. Hervir una cucharadita de manzanilla en una taza de agua. Dejar 10 minutos. Colar y dejar enfriar hasta que esté tibia. Hacer gárgaras según lo necesite. Claudia F.
 2. Poner una cucharadita de grosellas negras machacadas en una taza de agua hirviendo. Después, tomar a sorbos durante el día. Claudia F. 
3. Añadir una cucharadita de bicarbonato de sodio en un vaso grande de agua. Tomar a sorbos, durante el día. Claudia F. 5 
4. Cortar 1 cebolla en trozos y colocarlo en medio litro de agua. Después, añadir 3 de azúcar. Dejar macerar durante medio día y beber una taza de esta preparación, cada 2 horas, hasta que el dolor desaparezca. Claudia F.
 5. Mezclar una cucharadita de sal de mesa en metro litro de agua a temperatura ambiente. Luego, haga gárgaras aproximadamente cada hora. Claudia F.
 6. Comer ajos machacados en una ensalada. Claudia F.
 7. Hervir tres rodajas de limón en una taza de agua, dejarlo a fuego durante 10 minutos. Retirar del fuego y añadir una cucharadita de miel y de té .Después beber lentamente cuando aún esté tibio. Claudia F.
 8. Tienes que poner en una olla, leche; cuando esté caliente mezclarle una cucharada de miel. Marcela U. 9. Medio vaso de agua una cucharadita de sal, se calienta y se hacen gárgaras. Al otro día ya estas bueno. Siempre hay que hacerlo por la noche. Andrea B. 

DOLOR DE MUELAS
 1. Colocar una pequeña esencia de clavo, directamente sobre la muela afectada.Claudia F.
 2. Otro remedio es masticar unas hojas de perejil fresco con la muela afectada. Claudia F. 
 3. Colocar sobre la muela dolorida un trozo de cebolla, hasta que salga el jugo. Verás como el dolor desaparece. Claudia F.
 4. Colocar un clavo de olor, directamente en la muela, presionarla un buen rato, esto hace disminuir poco a poco el dolor. Carla S.
 5. Otro remedio para el dolor de muelas es masticar hojas de perejil fresco. Diego M.
 6. Poner sobre la muela una bolsa húmeda de té. Mar Q. 
7. Hacer enjuagues con coñac, en la muela afectada. Ivanoa V.

 PARA EL DOLOR DE OÍDO
 1. Calentar dos cucharaditas de aceite de oliva o de almendra y dejar, luego, que se refresque. Aplicar 2 ó 3 gotas templadas en el conducto del oído. Proteger con un pequeño algodón. Claudia F.
 2. Coger un limón y sacarle todo su zumo y empapar una bolita de algodón debe ser puesto al interior del oído con suavidad. Poner antes de irse a dormir.
 

Cuadro Sinóptico

Los Cuadros sinópticos son esquemas que muestran la estructura global del tema, teoría o contenidos, son un resumen expuesto de forma esquemática que muestra las ideas principales del tema. El cuadro sinóptico muestra los múltiples elementos, detalles, contrastes  y relaciones del tema estudiado lo que permite visualizar la estructura lógica de contenido,  organizar las ideas y conceptos y mostrar la información en forma jerárquica.


Cuadro Sinoptico

Pasos para hacer un cuadro sinóptico

1.- Como primer paso para hacer un cuadro sinóptico se debe leer y comprender el material objeto de estudio, se debe familiarizar con el tema y conocerlo de manera general.


2.- Cuando este revisando o leyendo el material debe identificar las ideas principales o centrales por ejemplo si usted está leyendo un libro  completo las ideas principales podrían ser los capítulos (aunque usted podría agrupar las ideas principales de acuerdo a secciones del libro que podrían ser un grupo de capítulos). La elaboración de resúmenes puede ser útil en este paso. Se debe eliminar las partes del texto o material que ofrezcan la misma información, es decir eliminar redundancias.
3.- Sustituir un conjunto de conceptos, objetos,  eventos o situaciones por un término más global que los incluya o describa de manera general. Se debe designar una o varias palabras para asignarlas a una idea global en lugar de una, enumera los objetos o conceptos uno por uno, esto es solo agrupar conceptos, objetos o situaciones que compartan características comunes.
4.- Identificar la oración tópico. La oración tópico es la que describe el tema central, la idea más importante de la que trata un párrafo. Puede estar en la introducción, en el desarrollo de la idea dentro del párrafo o en la parte de la conclusión de una serie de afirmaciones. En caso que no exista como tal, se debe elaborar mediante inferencia. Esta oración tópico será el tema principal; el cual será el título del cuadro sinóptico.
5.- Relacionar los elementos principales del texto de manera que se puedan organizar. Se debe identificar que tan generales son los elementos.
Dentro de un texto se encuentran elementos tales como:
– Supraordinados. Elementos generales que incluyen otros particulares.
– Coordinados. Tienen el mismo grado de generalidad. No se incluyen en otros.
– Subordinados. Elementos más particulares que se encuentran englobados dentro de los supraordinados.
6.- En este paso se debe categorizar las ideas principales identificadas en el material objeto de estudio y bosquejar el primer borrador del cuadro sinoptico aun con ideas muy generales.

7.- El siguiente paso es agregar las ideas complementarias.

8.- En este paso se debe agregar los detalles de las ideas complementarias.

La estructura básica del cuadro sinoptico es la siguiente:

sábado, 12 de mayo de 2018

Con cálculo mental forma figuras y colorea.

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