¿Quién no ha oído hablar de Platero y yo? Esta obra del escritor Juan Ramón Jiménez cumplió recientemente 100 años, pues su primera edición data de 1914, por lo que se trata de un libro que ha acompañado a niños de varias generaciones. A propósito de este aniversario, la fundación que lleva por nombre el del escritor imprimió una edición especial del libro con el objetivo de repartirla gratuitamente en Huelva, donde nació este escritor.
Pero Platero y yo no es precisamente una obra escrita para niños, sino para cualquiera, pues sea cual sea su edad, todo el mundo puede disfrutar de su lectura. Digamos que es una obra para compartir en familia. Actualmente tener una vieja edición de este texto es como tener un tesoro, pues son libros con un gran valor, incluso en estos tiempos de libros digitales.
Platero y yo está constituida por 138 capítulos. Esta obra se ha convertido en un clásico y se ha traducido a muchísimos idiomas. Es la más conocida de su autor.
La afirmación de que no se trata de literatura infantil parte de que en este texto se encierran mensajes que no son precisamente para niños, pues evidentemente se trataba de crítica social. De hecho, el propio escritor aclaró el asunto en un prólogo a su obra. No obstante, Platero y yo ha trascendido como una obra infantil, y cuando estas cosas pasan los autores no pueden interferir demasiado.
Pero Platero y yo es solo un avance de una obra que pudo ser mucho más extensa, ya que su autor manifestó su intención de ampliarlo. Y efecto, se hizo pública la salida de una segunda entrega de la obra, pero esto nunca llegó a materializarse.
Momentos memorables de Platero y yo
Entre los momentos que más se recuerdan de este libro está la descripción que hace el narrador sobre Platero. Para quien no lo sabe, Platero es un burro, un burro peludo y blando, a quien el autor compara con el algodón. También llama la atención sobre la negrura de sus profundos ojos. Es tanta la ternura que siente por el burro que lo llega a comparar con una niña o con un niño.
El autor de este libro se recrea en las descripciones sobre el tierno animalito y lo hace con tanta dulzura que uno casi puede sentir hasta los colores del paisaje donde se desarrolla la historia.
Quien cuenta la historia de Platero y yo también nos enseña qué le gusta comer a Platero, que se derrite con el sabor de las frutas. Quien lea ese libro no sentirá menos que su alma enternecer porque a veces los seres humanos nos sentimos solos y traicionados por nuestros semejantes. Sin embargo el amor de una mascota se puede convertir en la mejor compañía. El amigo de Platero se ofende al leer en los diccionarios el término Asnografía y se molesta la manera en que a los hombres que se hacen el mal se les llama asno. Como él mismo dice, le hace justicia a Platero aunque este no lo sepa.
Este es un libro sobre la amistad, sobre el amor a la naturaleza y sobre todo sobre los valores de los seres humanos. Y es que en Platero y yo se expresan muchos de esos valores que los padres y las madres desean inculcar en sus hijos e hijas.
Aun con esta discrepancia en si se trata de un libro para niños o no, Platero y yo puede compararse con otros grandes libros escritos para este público como El principito, de Saint Exúpery o Corazón, de Edmundo de Amicis, por solo mencionar dos grandes clásicos. Todas estas son lecturas que enriquecen en el espíritu y contribuyen a formar mejores seres humanos.
Lo más importante es fomentar el hábito de lectura desde edades tempranas, pues ya eso de leer no es muy común en estos tiempos tan agitados. Platero y yo puede ser una buena forma de iniciarse en este hábito.
Cuento Platero y yo
Platero es un pequeño asno cuya piel se encuentra cubierta de un pelo tan suave como la seda, y tan abundante que parece que no tiene huesos. Sus ojos son tan oscuros como la noche y por eso transmite dureza en su mirada.
Es tan alegre y adora andar suelto por el prado. Las flores le transmiten paz y es tan bueno ver como las acaricia. Con su hocico delicadamente se acerca y las siente, no importa sin son rosas, gualdas, celestes o cualquier otra florecilla. Cada vez que digo “¿Platero?”, no duda en venir a mí, y siempre lo hace trotando de una forma, con sus cascabeles bien movidos, que parece que se está riendo.
Su apetito es único y es capaz de comer todo lo que yo le dé. Entre sus preferidas están las naranjas y las mandarinas, sin olvidarnos de las uvas moscatel, los higos morados y todas las de ámbar.
Todos lo que no lo conocen les parece muy tierno al igual que los niños aunque en realidad es muy fuerte y duro por dentro, tanto como una piedra. Llama la atención de todos, y aún más los domingos cuando paseamos. Este día yo ando sobre por todo el pueblo y los campesinos nos miran fijamente.
Al leer un diccionario Asnografía pude ver cómo, irónicamente, se dice la descripción del asno. Al ver aquella situación me sentí muy mal pues es tan bueno Platero. ¡No merece que lo describan así!
Cuando nos referimos a ti y se pretende describirte, ¿por qué tratarte así irónicamente?, ¿por qué acudir a describirte como si estuviésemos en un cuento? Al hombre bueno se le dice asno y al asno malo se le llama por hombre, entonces tú que eres amigo de todos tanto del viejo como de los niños, de las mariposas, del perro, del arroyo, del sol y la luna; que eres tan simpático, sabio, sensible, calmado y pensativo, Marcos Aurelio de los prados.
Sé que platero es capaz de comprender cada una de las palabras que digo. Sus negros ojos me miran sin pestañar, demostrando la firmeza de su mirada. Mientras me observa algunos pequeños rayitos sol iluminan esos oscuros azabaches que tiene como ojos reflejando un color verdinegro. ¡Como quisiera que su gran cabeza llena de pelos fuese capaz de ver cómo yo trato de revertir lo que esos malvados hombres ponen en los diccionarios!
Cuando he terminado de leer este irónico significado, al margen del libro escribí, Asnografía, sentido figurado y lo que hace es describir a todos los tontos que escriben diccionarios.
¡Platero he venido de estar con tu muerte! Todo permanece del mismo modo. Estas vivo, estas aquí a mi lado. He venido solo pues aquellos que eran niños han crecido, ahora son hombres y mujeres. La ruina no nos afectara, no caerá sobre nosotros semejante desdicha, hemos afrontado lo malo y aún estamos de pie y tenemos en nuestro poder la mejor de todas las riquezas, nuestros corazones.
Mi corazón para mi es suficiente, es lo más grande que puedo tener, quisiera saber si para ellos el suyo también lo es. Si sus pensamientos se parecieran a los míos, aunque mejor no y así se evitarían conservar en su memoria la tristeza que llevo como consecuencia de mis actos infames, de insolencia y de mis descortesías.
Eres tú mi bien, mi confidente, solo tú conoces cosas que nadie se imagina. ¡Qué felicidad hablar contigo! Pondré en su lugar cada uno de mis actos dejando como presente toda la vida y que el pasado sea tan pequeño como una florecilla y permanezca en el recuerdo, calmado en la sombra y con una suave fragancia.
Te digo Platero que, tú permaneces en el pasado, pero para ti que significa el pasado, si tú vives en lo eterno, y al igual que yo en tu mano sostienes el sol de cada amanecer igual que como crece el corazón de Dios eterno.
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