Había una vez, una pequeña hada llamadaEsmeralda, era rubia, tenía los ojos violeta, su tez era blanca, era una hermosa hada. Vivía en el corazón de un bosque con muchas otras hadas, su vida era feliz y sencilla, volaba todo el día, se paraba en las flores a tomar el sol y jugaba con sus amigas Maria y Alexandra.
Un día, llegó al bosque una pequeña coneja blanca, con grandes ojos azules, una naricita rosada y una cola esponjosa, parecida a una bolita de algodón. La conejita no conocía a nadie y fue a hablarle a Esmeralda y sus amigas:
– “Hola! soy clara, vengo lejos de aquí, no conozco a nadie, puedo ser su amiga?”
Las hadas la miraron extrañadas, y Esmeralda le respondió:
– “¡Claro que no! eres muy grande para ser nuestra amiga, nosotras volamos y tu no, tus orejas son laaargas, y las de nosotras no, somos muy diferentes”.
La pequeña conejita dio media vuelta y se fue , triste a llorar debajo de un árbol cercano.
Alexandra le dijo a Esmeralda:
Alexandra le dijo a Esmeralda:
– “¿Por que fuiste tan mala? Ella vino con buena intención”. – Esmeralda le respondió.
– “¿No viste lo grande que era? Se nota que jamás nos entenderíamos, no podría jugar con nosotras”.
Maria regaña a Esmeralda:
– “No debes tratar a los demás así, heriste sus sentimientos, no puedes saber lo que pasaría, no la conocemos, iré a hablar con ella”.
Maria y Alexandra fueron a hablar con la conejita Clara. Al cabo de unos momentos, Esmeralda observó como correteaban sus amigas con la nueva integrante del bosque , se veían felices, y ella se sintió apenada y avergonzada de haber tratado así a tan buena coneja.
Esmeralda se acercó a donde jugaban sus compañeras.
– “Hola, Clara, me siento muy apenada de lo que dije hace un momento, no te conocía y aún así te rechacé, podrías perdonarme?”.
Clara le responde: – “Claro que te perdono, todos nos equivocamos, ven, juega con nosotras”.
Así, las cuatro amigas jugaron toda la tarde y Esmeralda aprendió que por más diferentes que sean, siempre se podrían divertir.
Karla Ramirez
FIN
– Moraleja del cuento: No juzgues sin conocer a los demás.
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