En el castillo más grande, más oscuro y más solitario que se puede imaginar vivía Bubuah, el fantasma. Sus gritos y aullidos eran tan terroríficos que podían helar la sangre de un dragón y el alma del mejor guerrero. Así se había convertido en el más famoso de los fantasmas, y así había conseguido que nadie quisiera acercarse al castillo. Lo que no sabía nadie era que Bubuah, en el fondo, solo era un fantasma llorón y miedica. Como no quería estar solo y a oscuras, lloraba en cuanto se hacía de noche. Y como cualquier ruido le asustaba, chillaba con solo sentir los pasos de una hormiga. Y durante más de 500 años no hizo otra cosa que llorar y gritar.

Aquel juguete resultó un invento genial, porque como Bubuah se asustaba por todo, se pasaba las noches tirando la ruleta, y le tocaba cantar, o bailar, o alguna de las otras mil cosas que escribía en la ruleta cada noche. Sin embargo, según fue pasando el tiempo, notó que cada vez sentía menos miedo, y que cada vez tenía que lanzar la ruleta menos veces. Descubrió que haciendo otras cosas se había convirtiendo en un fantasma mucho más valiente y más alegre, y que ya apenas necesitaba su ruleta.
Con el tiempo, el castillo de Bubuah dejó de ser tan terrible, y algunas personas comenzaron a visitarlo. Hasta el fantasma era capaz de acercarse a ellas sin asustarse. Pero un día un niño lo descubrió en su escondite, y se asustó tanto que comenzó a llorar y gritar ¡Qué susto se llevó el fantasma! Pasó tanto miedo que tuvo que tirar la ruleta 100 veces. Fue entonces cuando se dio cuenta de que había descubierto lo más terrible, lo que más miedo da de todas las cosas: los gritos y los lloros.
Y juntando todo el valor que tenía bajo la sábana, se acercó al niño y le regaló su Ruleta del Gran Susto. Al niño le gustó tanto el regalo que rápidamente estuvieron los dos cantando, bailando y haciendo mil juegos.
Y el fantasma se sintió tan feliz de haber descubierto cómo curar el miedo, que desde entonces se dedica a fabricar ruletas para regalárselas a aquellos niños que lloran y gritan tanto que asustan como el peor de los fantasmas.
Y el fantasma se sintió tan feliz de haber descubierto cómo curar el miedo, que desde entonces se dedica a fabricar ruletas para regalárselas a aquellos niños que lloran y gritan tanto que asustan como el peor de los fantasmas.
Autor.. Pedro Pablo Sacristan
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